No era del todo cierto como decía ayer que, tras los coipos*, no hubiese visto nada interesante con vértebras el resto del día. De hecho, apeas unos metros más allá, en el mismo canal donde se solazaban nuestros amigos peludos, se veía nadar en el agua clara un pez no pequeño...
¡Un lucio Esox lucius, ni más ni menos, con su hocico alargado y plano, entre pato y cocodrilo! Y a pecho descubierto, cuando en los libros te dicen que se mueve siempre al amparo de la vegetación... me hizo mucha ilusión verlo, la verdad, tan grande, tan depredador y tan no-introducido aquí al norte de Pirineos.
Aunque más ilusión me hubiera hecho, para qué nos vamos a engañar, ver algún lagarto o culebra de los que hay por aquí y que son muy escasos en España; pero tuve que conformarme con unas cuantas lagartijas roqueras Podarcis muralis, como esta hembra en medio del camino...
... o este macho en la estación del tren, tan bonito él con su coloración de cría, naranja por debajo y con una fila de ocelos azules a los lados del vientre.
Aunque estos caballos no eran allá muy silvestres, os pongo esta foto por si nunca os habíais fijado en que, cuando están tranquilos descansando, suelen ponerse de dos en dos cada uno con la cabeza en la grupa del otro, para espantarse mutuamente las moscas con la cola.
Y ya un último vertebrado para cerrar la entrada, para que tengáis la prueba documental de que sigo vivo y con buena cara... bueno, lo que viene siendo la de siempre.
* Acabo de buscar en la RAE si el plural de coipú es coipús o coipúes... y resulta que el término correcto en castellano es "coipo", acabado en 'o' y llana; toda mi vida diciéndolo mal...
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