sábado, 2 de julio de 2016

Cîteaux

 ¡Bueno! Por fin, una semana más tarde ya, voy sacando tiempo para poner orden en las fotos y enseñaros un poco de lo que vi con Raquel y Vero el fin de semana pasado. Empezando por orden, nos plantamos el sábado por la mañana en la abadía cisterciense de Cîteaux, a no mucha distancia al SE de Dijon. Múltiples sendas forestales como la que tomamos se internan en el bosque que rodea la abadía, y por ellas echamos la mañana, buscando (sin éxito, ya lo voy adelantando) alguno de los pájaros carpinteros más escasos o inexistentes en España que aquí deberían ser más frecuentes, como el picamaderos negro o el pito cano.

 Pero en vez de con pájaros, con lo primero que nos encontramos fue con anfibios, y muchos: el suelo estaba lleno de pequeñajos recién metamorfoseados, algunos aún con un poquito de cola. Todos sapos comunes Bufo bufo, pequeños como la uña del meñique, salvo ésta de la foto, una rana bermeja Rana temporaria. Tanto bichillo había que la verdad nos pasamos casi toda la mañana mirando al suelo, para no llevarnos alguno en las botas.

 Acababa este camino en un estanque de lo más apacible, sobre el que volaba el alcotán del que os hablé hace dos entradas. A lo largo de la orla occidental del bosque hay una serie de ellos, (¿antiguamente?) usados por los monjes del monasterio como piscifactorías.

Pero no sólo a los monjes gustan los peces de estos estanques, sino también a los somormujos lavancos Podiceps cristatus, de los que había varias parejas repartidas por la lámina de agua.

 Y junto a ellos varias fochas, un par de cisnes, varias garzas reales y una imperial (al fondo en la foto), cormoranes grandes... toda una comunidad de vecinos bien avenida, en su estanquito centroeuropeo.

 Allí los dejamos chapoteando y volvimos a internarnos en la espesura del bosque, a seguir probando fortuna, ya con los picos, ya con cualquier otra criatura curiosa.

 Bichejos como éste: a mayores de los sapos, estaba el suelo lleno también de babosas naranjas (y grandes) como zanahorias Arion rufus.

 Y en estos terrenos sombríos donde abundan las lombrices y babosas de las que se alimenta, estaba también éste: ¡un lución Anguis fragilis!, el reptil con gustos "de anfibio". Me hizo mucha ilusión ver este "lagarto sin patas" (tiene párpados, las serpientes no) vivo y entero por primera vez, pues hasta la fecha sólo los había visto atropellados... de hecho atropellado estaba el único que había visto vivo, y con gran aprensión por mi parte tuve que tacharme medio lución...

 Salimos de nuevo de la espesura a un camino, herboso primero y ya de grava después, desde el que ya comenzamos la vuelta al coche. En el suelo, posada, la libélula de hace un par de entradas, y entre la hierba todavía muchas orquídeas:

 Ni idea de la especie, jeje, que no me hacen perder mucho el sueño. Pero bonitas lo son un rato, tanto éstas blancas Dactylorhiza sp. ...

 ... como las lila. Posiblemente de la misma especie las dos, pues crecían tallo con tallo.

 Una nota dramática, antes de cerrar y ya que hablaba antes de luciones atropellados: ya tuvo mala pata esta hembra de lagarto ágil Lacerta agilis para que la fuesen a pillar en un camino, cerrado con una valla, por el que debe de pasar un coche de Pascuas en Ramos... con lo que nos hubiese gustado verla viva. Pero su mala suerte fue buena para la almirante rojo Vanessa atalanta, que a la vez perdió un depredador y ganó una fuente de jugos nutritivos que estuvo chuperreteando bien a gusto mientras le sacábamos fotos.

Y ya por relajar un poco el tono antes de despediros hasta mañana, os dejo con una imagen relajante de la hierba mecida por el viento en un claro entre los árboles, el mismo viento que nos traía el canto de los invisibles machos de buscarla pintoja Locustella naevia ocultos entre la maleza, más o menos audible según supongo fuesen ellos girando la cabeza...

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