Iglesia de Nôtre Dame, en Beaune. Beaune es la primera villa grande bajando en tren hacia el sur de Dijon, y de allí partió y allí retornó la ruta que hicimos Cefe y yo el domingo pasado. El pueblo, bastante lleno de visitantes en fin de semana, era bonito, pero tampoco como para dedicarle un reportaje fotográfico...
... al menos en este blog, que para bien o para mal ya sabéis que cojea un poco del pie de lo verde y azul. El pequeño río de Beaune en cambio, el Bouzaise, que nace al lado del pueblo, sí me hizo bastante más gracia. Antes de atravesar el núcleo urbano bajaba muy limpio y lleno de vegetación y bicherío.
Y antes incluso, en las afueras, queda retenido en un lago medianejo, en el parque al que da nombre. En ese parque comimos, y me entretuve bastante dándole al disparador.
Un par de carpas. A que no sabíais que mi cámara era sumergible, ¿eh?
No creo que lo sea, la verdad; por si acaso intentaré que nunca se me caiga al agua. Las carpas nadaban, o lo intentaban al menos, pues algo encajonadas sí que estaban, en este pequeño estanque situado junto al lago
Ya más a sus anchas, en el propio lago, nadaban unas cuantas ocas domésticas, y otras especies silvestres. Silvestres, que no "salvajes", pues este jovenzuelo de ánade azulón Anas platyrhynchos enseguida aprendió en la escuela de la calle que, poniendo buena cara a los visitantes del parque, a mayores de algún que otro susto, también podía uno llevarse algún mendrugo de pan. Pan que no le dimos, por cierto, ni deberíais dárselo vosotros, que no les viene bien para la salud, y lo que sobra de una mancha el agua y de otra atrae a ratas que pueden atacar a los patos como segundo plato.
Más desconfiada que los patos, y más interesada también en comer plantas acuáticas que en mendigar un pedazo de baguette, esta gallineta Gallinula chloropus no se nos acercó tanto; peor para ella, que queda peor retratada que el pato de arriba.
Más paciencia tuvo con nosotros su pariente la focha común Fulica atra, pero descubrí que la combinación de negro y blanco resulta complicada de retratar y que quede bien.
A mayores de la fauna del estanque, el parque tenía también un recinto con ovejas... y lo que no eran ovejas, aunque por el color quisieran dar el pego.
Y ya para acabar, una pajarera con unas cuantas palomas de razas de adorno, que harían las delicias de Darwin y de padre de Picasso. Sé que a mucha gente, que sólo asocia paloma con peste, se le hace raro pensar que otrora las palomas se comiesen, o que a nadie le pueda gustar criarlas por el gusto de verlas, como si fuesen canarios o perros; pero la verdad es que la cantidad de razas de palomas resulta abrumadora. Cierto es que la mayoría me parecen bastante horrorosas, como las de pez rojo... La de arriba es una paloma Lahore lavanda...
... esta otra, a la que cuesta encontrar la cabeza, es una paloma capuchina...
... y su compañera en esta foto, con forma de paloma normal pero curioso color de morito, es una paloma arcángel. Ya veis: no me taché nada en el monte tuve al final que contentarme con estas palomas. Pues contento me fui para casa, que yo con poco ya me conformo.
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