¿Qué tal fue el picnic para investigadores extranjeros de ayer, os estaréis preguntando quizás? Bueno, no fue la cuchipanda más animada en la que haya estado, pero tampoco fue como para cortarse las venas. Tal vez la impresión mayormente positiva me la llevo de que empezó rematadamente mal, cuando durante varios minutos interminables sólo éramos dos y el pobre organizador; de modo que a partir de ahí sólo podía mejorar. Tampoco es que nos acabásemos juntando muchos, la verdad: una turca y una malgache que ya llevaban años haciendo la tesis aquí y ya estaban más que hechas a la ciudad y la universidad; y cuatro venezolanos que ya se conocían de antes y una china que, al contrario, acababan de llegar. Y se nos fue la cita en presentarnos todos cada vez que iba llegando alguien nuevo (...), y en que un par de trabajadores de la universidad nos contasen unas pocas historias que a los que ya llevamos tiempo no nos dijeron nada nuevo.
En fin, en general esperaba mayor afluencia y tal vez notar más afinidad con alguno de los participantes (la malgache era socióloga, y todos los demás físico/matemáticos), pero no me parecieron mala gente, y aunque no vaya a llamar a ninguno para quedar esta tarde, si desde la uni organizan más quedadas de éstas supongo que acudiré... o acudiremos, que estoy guardando el vino bueno para el final: no fui solo a la cuchipanda, sino acompañado. A mediados de semana llegó al departamento Cefe, un nuevo ¡postdoc español! que viene como yo con un año de contrato, tras hacer su tesis en morfometría evolutiva en Mánchester. Por fin alguien con quien poder hablar en persona, y no por Skype (pues una cosa es saber hablar francés, y otra muy distinta que los franceses tengan ganas de hablar); y tal vez con quien salir al campo... ya se irá viendo; ya lo veréis por aquí.
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