No se ve muy bien en la foto la fecha que viene escrita en ella, pero hizo ayer un año que la botellita de arriba llegó a mis manos. Hablando con Cefe, que se vino a Dijon, para un año como yo, pero con literalmente una maleta, me acordaba yo de mis bultos y me dio un poco de vergüenza: tener tal cantidad de "imprescindibles cosas superfluas". Pero sí es verdad que agradezco ahora mucho el haber empaquetado en su día pequeños recuerdos de la gente de Madrid: ya las postales que tenía en el despacho, ya un pequeño pajarillo, ya una bicicleta de alambre... que queráis que no hacen bastante compañía en esta vida errante.
Errane, que no "errada", espero. Pensando un poco en esto, me acordé de las muchas parejas jóvenes (= claramente menores que yo) con niños (S, plural) que veo por la calle aquí en Francia; no me preguntéis por si las ayudas estatales esto o lo otro, que no lo sé. Me acordé, digo, pensando en lo tarde, mal y nunca en que un científico español de mi quinta consigue la mínima estabilidad como para atreverse a tanto. Pensando en que Sofía y Samu no fueron los primeros en casarse, pero sí los primeros que hace unos pocos meses añadieron a Aroha al mundo de los vivos (¡y tan viva, la chiquitaja!)... a ver si no tardáis mucho los demás, que somos gente tan estupenda que es una pena que muchos niños se estén perdiendo la oportunidad de tener unos padres tan geniales.
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