Me estoy dando cuenta de que todavía no os he dicho qué fuimos a buscar entre las matas de plantas suculentas de la costa sur de Sudáfrica... la respuesta es "tortugas". Pero no cualquier tortuga, sino tortugas onduladas Psammobates tentorius: unas criaturas preciosas, no más grandes de adultas que una mano, con un dibujo radial en amarillo y negro en cada una de las escamas abultadas de su caparazón. Zhao, el estudiante de doctorado del grupo de Joaquín, realiza su tesis sobre las relaciones de parentesco entre las tortugas de este género; y esta especie en concreto se describió a partir de ejemplares capturados en las granjas del valle del Great Fish al norte de Grahamstown, por lo que Zhao quería muestras de tortugas de esta zona para asegurarse de estar asignando el perfil genético correcto a los ejemplares de esta especie.
Y paseamos granjas de arriba a abajo y de lado a lado, soportando sol, niebla y tormentas; y que nuestro jefe oriental no conociese el dicho de mi antiguo jefe ibérico (al grito de "al campo venimos a currar, no a sufrir" solíamos trabajar mucho, sí, pero recuperar fuerzas luego a mantel puesto). Y encima, para no encontrar ninguna tortuga... bueno, ninguna de las que nos interesaban, pues sí nos encontramos muchas tortugas anguladas Chersina angulata, especie endémica del fynbos sudafricano.
Una pareja. Al contrario que en casi todas las tortugas terrestres, en la angulada los machos son mayores que las hembras, y tienen además ese llamativo espolón en la parte frontal del peto, como el de una galera, que utilizan para intentar voltear a sus rivales en la liza por las hembras (hacia la mitad del vídeo).
Estas tortugas resultaron ser relativamente frecuentes, ya veis, y además presentaban un colorido algo variable. También les cogimos muestra de ADN, para otro proyecto del grupo de Joaquín.
Aunque en número menor, también nos encontramos varias tortugas leopardo Stigmochelys pardalis, muchas de ellas de tamaño gigantesco. Al igual que con tantos otros animales,sorprende lo cerca que puede tener uno un bicho así de masivo sin enterarse de que está ahí.
Sorprendimos incluso a un par de grandes hembras de esta especie en pleno proceso de prepararles la cuna a las futuras generaciones. Nos quedamos bastante rato mirando, pero no llegamos a ver la puesta en sí; parecía que no se quedaban nunca satisfechas de seguir excavando y profundizando el hoyo, aunque apenas ya si llegasen a alcazar el fondo con las patas...
Nos cruzamos incluso con más de un galápago Pelomedusa subrufa de excursión temeraria a través de las carreteras de grava. Podéis ver en la foto lo que os comenté en su día de la diferencia entre pleurodiros como este y criptodiros.
Finalmente, al atardecer del último día de muestreo, cuando ya dábamos todo por perdido, Zhao localizó los restos de una tortuga ondulada, muerta tiempo ha, pero mostrando aún su coloración característica. Y nos los trajimos para ver si aún había algo de ADN que rascar, que menos da una piedra... igual hasta dan para una sopa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario