domingo, 4 de marzo de 2018

Inculturización

Fotografía de aquí
 No soy yo mucho de practicar deportes; mucho menos de verlos, ya me conocéis. Pero como la presión social pega fuerte, me dejé liar ayer para ir a ver un partido de rugby; igual que en Dijon fui aquella vez a ver uno de hockey sobre hielo.

En todo caso, el rugby tiene por estas tierras un arraigo mucho mayor (entre los afrikaner, cierto es) que el que tiene el hockey en Borgoña, aunque las gradas del Toyota Stadium estaban tan vacías que no daba la impresión de que los Cheetahs levanten grandes pasiones... Tal vez sea porque el equipo visitante era irlandés (los Connacht, de Galway); por algún motivo que desconozco (me lo explicaron y lo olvidé...) este año los Cheetahs juegan contra equipos europeos. El equipo local empezó ganando, pero los irlandeses remontaron y mantuvieron una ventaja cada vez más exigua a lo largo de todo el partido, hasta que en la última jugada cometieron una falta, y al tirarla los Cheetahs marcaron, se adelantaron en el marcador y sonó la campana.

 De la calidad del partido en sí no puedo decir mucho, claro, pues no sé prácticamente nada de las normas de este deporte. Me lo esperaba más "movido", no sé; daba la impresión de que a cada rato se estaba deteniendo el juego por una falta, un fuera, una asistencia médica o similar. Y en cada una de estas ocasiones el campo se llenaba de utilleros y otro personal técnico, dándole un aire un tanto informal al encuentro.

 De hecho la división entre las gradas y el campo era nula: cosa que agradecimos al estar sentados casi en primera fila, pues era una primera fila real; aunque cuando volaban balones del campo a los espectadores no pareciese tan buena idea... Al acabar el partido, el público saltó al campo con total tranquilidad para felicitar a los jugadores y hacerse selfies con ellos, y los padres para jugar con sus hijos con los balones que se habían traído de casa y así; todo como muy de pueblo en el buen sentido, muy relajado. Y no es que pierda el culo por repetir, pero al igual que con el hockey, tampoco me importaría. Además que lo mejor del evento para mí estaba fuera del campo: me duele el cuello hoy de mirar hacia arriba a cada rato, contemplando  embelesado cómo sobre el terreno de juego varios cernícalos del Amur* hacían cabriolas para capturar al vuelo los insectos atraídos por los focos... Dad gracias a Duygu por las imágenes de esta entrada, que yo me quedé sin batería intentando grabar los halconcitos.

*Para variar... una especie tan icónica que, vista la primera vez, parece volverse de lo más común y vulgar...

2 comentarios:

  1. Ya se me hacia raro verte a ti sacando tanta foto al evento en sí xd

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