domingo, 6 de mayo de 2018

Cogiendo ideas

 En la ladera de un altozano anejo a Naval Hill está Oliewenhuis (la "casa de los olivos"; los acebuches son bastante frecuentes en las colinas de Bloemfontein): un edificio construido a mediados del S. XX como residencia del presidente en sus visitas a la ciudad que alberga a día de hoy una galería de arte.

 El jardín, muy bien cuidado, alberga multitud de obras como esta "Medusa africana", amén de cenadores, un tiovivo y demás elementos decorativos que hacen que sea un lugar donde bastante gente viene a pasear.

 Pero ladera arriba se conserva la vegetación natural del monte. Y en esta zona, segura por estar vallada, y con varios senderos abiertos a lo largo de los que es fácil colocar una red, es donde suelen anillar de forma regular los del equipo de ornitología del Museo Nacional de Bloemfontein (¿veis los postes de las redes?).

 Ayer BirdLife Free State había organizado unas jornadas de anillamiento de "puertas abiertas" a las que me apunté, acompañado de Duygu y Kristina. Tenía ganas básicamente de "hacer un poco de trampas": de ver si gracias a las redes conseguía tacharme algún bicho nuevo particulamente esquivo a los binoculares; como el papamoscas duende por ejemplo, pequeño pajarillo endémico de la región que sé que cogen de vez en cuando. No hubo suerte en ese sentido me temo, pues las pocas cosas que cayeron fueron todas aves de lo más común en la ciudad, sobre todo bulbules carinegros.

 Me dediqué pues a hacer "espionaje industrial, a coger ideas de los anilladores de aquí sobre cómo mejorar el trabajo cuando me toque hacerlo en otros lugares. Me gustó mucho este "medidor de diámetros de tarso" con el que calcular qué tamaño de anilla ponerle a un pájaro, cosa que en este país está mucho menos estudiada que en Europa, donde ya tenemos bastante claro qué le queda mejor a cada bicho. Cierto es que simplemente usando un calibre uno puede también saber cuál es el diámetro de la pata de las aves, pero bueno, me gustó el cachivache este...

 También me gustó mucho un "soporte para colectores" (los colectores son las bolsas donde metemos las aves tras sacarlas de la red, a la espera de procesarlas y liberarlas luego) circular, con el que colocar los bichos en orden de captura, para que no se despiste ninguno y pase demasiado tiempo en la bolsa. Era un aparato artesanal de origen para mí desconocido; si al verlo se os ocurre cuál puede ser el origen de esa pieza redonda os agradecería el comentario.

Por lo demás, la sesión no me dejó con muy buen sabor de boca. Los anilladores que la atendían no fueron especialmente didácticos y no me pareció que explicasen nada bien al público qué sentido tiene que fastidiemos tanto a las aves, aves a las que por lo demás me pareció que trataban con cierta brusquedad. Eso a mayores de que estuviesen bastante poco atentos a si la gente rondaba más o menos en torno a las redes o las aves ya capturadas: en cierto momento incuso uno me dijo "¿sacas tú esa de ahí de la red?" sin prestarme mayor atención a si lo estaba haciendo mejor o peor. Y a Dios gracias que era yo, que ya llevo varios cientos (y era una curruca, además, qué casualidad), pero a saber qué habría podido hacer otro más manazas y sin experiencia previa...

En fin, mejor no hacerme mala sangre. El momento más reseñable para mí tuvo lugar cuando escuché un canto que se oye por doquier en los campamentos del Kruger, pero que era la primera vez que escuchaba en Bloemfontein: si bien según el mapa de la guía sí están presentes aquí, era la primera vez que detectaba en la ciudad barbudos acollarados. Encontré el nido de un grupo, excavado alto en el blando tronco de una Cussonia y atendido todavía por los adultos, a pesar de que a efectos "europeos" estamos aquí a primeros de noviembre y las aves que vi estaban todas medio mudadas y bastante feas. Los bichos aquí viven a otro ritmo, está claro...

4 comentarios:

  1. Tráete una docena de esos pajarracos para mis cussonias! :P

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    1. Jajaja... ya me parecía que ibas a entrar al trapo de las cussonias... pero si no me equivoco las tuyas tienen un tamaño que, más que los barbudos poder anidar en su tronco, podrían ellas vivir como epífitas entre sus plumas... dales un par de petisuises y volvemos a hablar.

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  2. No te creas, una de ellas mide 2 metros de alto!!

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    1. Ea, pues cuando se ponga en diez, como las de aquí, te mando unos pocos...

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