Visitando la sección de plantas suculentas del botánico, me gustó bastante encontrarme en vivo y en directo con unas cuantas Alluaudia: esos chorizos espinosos gigantes por los que trepan los sifakas en los documentales de Sir David. Para que veáis que algo de caso a las plantas sí les hice...
Pero es verdad que la sección de plantas suculentas me interesaba especialmente porque es ahora en invierno cuando florecen los áloes, y esperaba ponerme las botas viendo y fotografiando suimangas. Pero ¡gran decepción! La mayor parte de las especies estaba, sí, a punto de florecer, pero con las flores aún cerradas. Me salvó un poco la jugada un áloe arbóreo que allí había, que sí se había adelantado a las demás especies...
... y enseñoreándose entre sus espigas estaba este bonito macho de suimanga amatista Chalcomitra amethystina. Ya me lo había tachado en el Cabo oriental, pero no amarga verlo otra vez.
Aquí de nuevo, un poco más desenfocado, pero con las iridescencias verde y violeta de la cabeza brillando al sol. Tenía bastante mala leche este personaje, y entre sorbo y sorbo de néctar se dedicaba a cantar en vuelo y desde los árboles adyacentes al áloe para dejar bien clarito a todo el mundo que aquella planta era suya. Apareció de hecho en un momento dado un bonito macho de suimanga pechiblanca (la única otra especie que vi en el jardín) y el muy desgraciado lo expulsó antes de que pudiese sacarle una foto.
Otro ejemplar de suimanga amatista, un joven ahora, alimentándose ahora en una cola de león, otro arbusto sudafricano de flores tubulares, bien adaptado para que lo polinicen estos pajaretes. Entre unas plantas y otras se las van apañando para que no les falte de ná a lo largo del año...
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