miércoles, 20 de junio de 2018

TUT

Este bonito patio tipo corrala no es de una cárcel, no: es la Facultad de Ciencias de la Salud de la TUT. Os diría que está siendo mi segunda casa en las dos semanas largas que llevo en Pretoria, pero sabéis que sería mentira: que debido al postoperatorio de Maliki estoy pasando en realidad más tiempo en casa que fuera de ella. Pero ya esta semana parece que el hombre se encuentra lo suficientemente bien como para que echemos aquí la jornada completa.

 Llegar a un laboratorio nuevo me causa siempre algo de aprensión: es el hábitat idóneo para que, con la razón que les da (supongo...) el tener que evitar peligros derivados de reactivos peligrosos, o que las muestras de unos se mezclen con los de otros; aparezcan talibanes de todo pelo, a los que hay que procurar tener a la vez lejos y contentos. Igual que hay que tener vigilados a los que roan material, o a los que no limpian/reponen su parte después de trabajar... una fauna curiosa. Pero aquí no me he encontrado ese problema: no había laboratorio, sin más. Bueno, sí los hay, muchos, y algunos con una pinta horrible; pero a Maliki le han dejado instalarse de cero en unos almacenes medio vacíos, y allí hemos estado montando nuestra esquinita (no muy distinto de los inicios de nuestro laboratorio en la planta 9, vaya).

Y nos ha costado, vamos lentos,  no sé qué nos dará tiempo de hacer en los días que me quedan. Pero la cara de felicidad de Maliki al ver sus primeras bandas en un gel, tras hacer su primera PCR, es una visión bastante reconfortante. Sumado en mi caso al alivio de ver que sí, que pese a que algunas cosas las he organizado de forma un tanto precaria, con todo y con eso funcionan. Hoy nos hemos vuelto a casa bastante contentos, la verdad. Y que dure...

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