martes, 12 de junio de 2018

Smog, y una mochila rota

Maliki iba hoy al hospital a hacerse curas de la operación de la semana pasada, de modo que me he quedado en casa, haciendo uso de la fantástica WiFi que hay aquí. Mirando por la ventana, me he dado cuenta de que en Pretoria hay una cosa que hacía mucho que no veía, pues no parece que la tengamos en Bloemfontein: contaminación. O por ser más precisos, una boina de humo de coches y calderas como la que es desgraciadamente famosa en Madrid. Bloem es pequeño, plano y muy ventoso; y como Pretoria viene siendo lo opuesto, pues ahí veis el humo amontonado en el fondo del valle, sobre el centro de la ciudad...

Más desgracias. Ayer cascó una de mis posesiones más preciadas: a mi mochila se le rompió, por puro desgaste, una de las asas. A la otra poco le falta también, la verdad es que la única duda estaba en saber si se rasgaría antes el lado derecho o el izquierdo, pues estaban los dos en las últimas. Me da pena, pues por lo demás esta mochila, que creo tengo desde 2009, pues me suena que la compré para llevar en ella el portátil a mi primera estancia en Sueca, estaba muy desgastada en el exterior, pero seguía aguantándome el trote de un lado a otro por la ciudad y el campo, pues raro es que vaya yo sin mochila. Os alegrará saber que ya no me quedan más excusas para usar en el campo la mochila que me regalasteis por la tesis, que no es que no me guste, que me gusta mucho, pero... es que esta me gustaba más.

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