Tras detenerse el viernes al caer la tarde, como tantos otros servicios en este país, el sábado por la tarde se reanuda en Israel el transporte público, justo a tiempo de que Nick (otro estudiante católico que he encontrado aquí) y yo lleguemos a Beerseba para ir a misa en inglés a la parroquia que allí hay. Una congregación no muy numerosa (la de misa en hebreo parece que lo es algo más) compuesta a medias por chachas filipinas (que imponen su ley y hacen que los cánticos sean en tagalo) y estudiantes de diversos países. Estudiantes que, finalizada la misa en el bajo de un chalet convertido en capilla, suben (subimos) al piso de arriba, la "rectoral", a cenar con el párroco, polaco. Otra ocasión, como los encuentros entre estudiantes de que hablaba ayer, de socializar con expatriados. Ni tan mal...
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