Después de que Hadas (mi jefa) no estuviese la semana pasada, y de que tres de los cinco días de esta semana hayan sido festivos, ya casi se me había olvidado que he venido aquí a trabajar... pero nada, ya el despertador se encargó de recordármelo esta mañana. Y después nada, día canónico en la facultad, con tupper y todo. He pasado el día releyéndome el proyecto grande en que se enmarca mi postdoc y algunos de los artículos anteriores del grupo, y de momento... no sé de dónde me vienen los palos, estoy más perdido que poco: todos estos temas de microbiología y roedores con que voy a trabajar se me hacen muy nuevos (y eso que, en verdad, aún no sé muy bien qué voy a hacer;mañana nos sentamos Hadas y yo para definir líneas de trabajo). Tras tanto tiempo con mi casi añorada malaria aviaria, me siento, lo pensaba hoy a la hora de salir, como si estuviese empezando la tesis otra vez: con un nuevo proyecto entre manos y tanto material para empezar a formarme que casi ni sé por dónde empezar a atacarlo. Con una base bibliográfica que adquirir de cero (no se ni qué revistas son mejores que otras en este campo, aunque me da confianza descubrir que los artículos de mi grupo están siempre bien colocados) y técnicas que aprender, desde abajo también, de doctorandos y estudiantes de máster que igual pensaban que yo les iba a ayudar en algo y se van a llevar un buen chasco... en fin, paciencia y barajar...
... que de momento las cartas de la mano me van saliendo bonitas. A esta preciosidad (una tortuga mora Testudo graeca, le tenemos introducida en España en el SE y en Doñana) me la encontré prácticamente en la puerta del laboratorio. A ver qué más me tacho mañana...
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