Poco después de la seis de la mañana, nos encontró el amanecer viendo pájaros no muy lejos del campus, en una finca de viñedo y olivar al pie de la colina donde está la carcel de Nafha.
Me llevaron amablemente hasta allí Yael y Ron: dos estudiantes del departamento y consumados pajareros que conocía al poco de llegar. Resultó que habían viajado bastante, viendo bichos y participando en voluntariados de anillamiento y conteo de aves migratorias, y en una de estas habían coincidido en Salburúa con mi querido Ivancito, a resultas de lo cual cada vez que veían una curruca capirotada me decían "look, a cugguca" en perfecto español...
Como llegamos algo pronto, los pájaros estaban despiertos ya,pero aún perezosos, saltando entre las ramas de los olivos sin moverse mucho. De modo que echamos algunos minutos viendo huellas de mamíferos que espero no tardar mucho en ver en vivo y en directo: chacales dorados, gacelas dorcas o puercoespines asiáticos, a los que correspondían además estas cagaditas como de rata gigante.
Pero no tardó en empezar a caldearse el día, y acto seguido empezaron a zumbar las moscas y a revolotear de un lado para otro los mil y un pajarillos que habían hecho un alto en la zona en su ruta hacia África. Un aguilucho papialbo Circus macrourus macho (menos mal, que son los fáciles de distinguir) que pasó volando decidido hacia el sur fue mi primer bimbo del día,aunque no pude disfrutarlo mucho rato...
... mucha más suerte tuve en cambio con las polluelas que se movían en el borde de una charquita mínima, ajenas por suerte al texto de las guías que las describe como tremendamente esquivas y huidizas. Y no deja de ser verdad, ojo, pero es que en plena migración el hambre y las prisas hacen que ser precavido quede en un segundo plano. Vimos una hembra de polluela bastarda Zapornia parva, especie que, con ser la más rara en España de las tres polluelas comunes en Europa, era la única que había visto yo ya...
...y un juvenil de polluela pintoja Porzana porzana, segundo bimbo en apenas una hora de pajareo matutino que difícilmente pude haber disfrutado más...
... bueno, sí, si el sol saliese un par de horas más tarde. ¡Ay, qué dura vida...!
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